lunes, 14 de mayo de 2007

Pernículas o flims IV

LA ISLA DE LAS ALMAS PERDIDAS (ISLAND OF LOST SOULS)

Un náufrago llega como invitado inesperado a una isla desconocida, en la cual el doctor Moreau realiza sus terribles experimentos con animales. Los habitantes de la isla son criaturas bestiales de apariencia semihumana, creados por el doctor a partir de animales salvajes. Ahora el doctor intentará su último experimento: cruzar a una de estas criaturas con un ser humano.
Ficha Técnica
Director: Erle C. Kenton / Producción: Paramount / Guión: Waldemar Young y Philip Wylie, según la novela de H. G. Wells / Fotografía: Karl Struss / Música: Arthur Johnston, Sigmund Krumgold / Efectos especiales: Wally Westmore (maquillajes) / Intérpretes: Charles Laughton (doctor Moreau), Richard Arlen (Edward Parker), Leila Hyams (Ruth Thomas), Bela Lugosi (el que recita la Ley), Kathleen Burke (Lota, la mujer pantera), Arthur Hohl (Montgomery), Stanley Fields (Capitán Davies), Paul Hurst, Hans Steinke, Tetsu Komai, George Irving, Jack Bardette, Buster Crabbe, Alan Ladd, Randolph Scott… / Nacionalidad y año: USA 1933 / Duración y datos técnicos: 67 min. b/n.
Comentario
Esta adaptación de 1933 de la novela de H. G. Wells ofrece a Charles Laughton (Rebelión a bordo, Esmeralda la zíngara, El caserón de las sombras), Bela Lugosi y Richard Arlen (Alas). El director, Erle C. Kenton, uno de los directores de reparto de la Universal, realizaría también La zíngara y los monstruos, y Ghost of Frankenstein.
Destacan además la fotografía, a cargo de Karl Struss (Amanecer, Candilejas). La ambientación en una isla tropical, decorado claustrofóbico y exótico a la vez, a veces recuerda a El malvado Zaroff y a King Kong (de ese mismo año). Cabe resaltar también el maquillaje, de Wally Westmore (El hombre y el monstruo, versión de Rouben Mamoulian) que hace creíble la deformidad y bestialidad de los nativos de la isla (aunque Lugosi, como “El que dice la ley” recuerda al Capitán Cavernícola). Sin embargo, sí es cierto que muchos de estos engendros recuerdan a los Freaks de Tod Browning (La parada de los monstruos).
Merece la pena detenerse en analizar los detalles de la adaptación. La novela, un clásico de la ciencia-ficción del autor de La máquina del tiempo y La guerra de los mundos, planteaba ciertas dificultades de adaptación. Al igual que gran parte de La guerra..., la parte final de La isla del doctor Moreau es un monólogo, lo que hacía imposible una adaptación literal. Aquí por tanto (no seguir leyendo éste párrafo sin conocer la obra) se retrasa la muerte de Moreau hasta el final, y se introducen nuevos personajes, uno de los cuales, el más interesante, sería incorporado en las demás versiones. Me refiero a la mujer pantera, la creación más perfecta del científico, y que no aparece en la novela sino de manera sugerida.
Se elabora pues una subtrama romántica que se complica aún más cuando la esposa del náufrago llega a la isla para llevárselo. En la novela apenas sabemos nada de la vida privada del protagonista. Esta trama secundaria ayuda a dar cuerpo a la trama principal, que se centra en los esfuerzos de Moreau por conseguir un cruce entre una de sus criaturas y un ser humano; primero lo intentará con el protagonista y la mujer pantera, y después, al fallar, lo hará con la mujer del protagonista y el hombre mono. Por otra parte los protagonistas sólo pretenden escapar de esa terrible isla.
El final es, sin embargo, una perfecta condensación dramática del mensaje de la novela: el creador muere despedazado a manos de sus criaturas monstruosas. Este final sería repetido hasta la saciedad, no solo en posteriores versiones de la novela, sino también en muchas otras películas del género con el científico loco como tema principal.
No obstante, en esta versión se obvian muchas de las implicaciones filosóficas y sociales de la novela para ofrecer una (menos comprometida) versión del científico que juega a ser Dios y le sale mal. Desde Fausto de Goethe se ha venido utilizando este esquema de manera recurrente hasta llegar a convertirse en un arquetipo del género. Hoy día ya está muy gastado, pero recordemos que en 1933 no era así: El doctor Frankenstein, de 1931, era la prueba de ello.
H. G. Wells dotaba a sus novelas de un fondo ideológico. En ésta se habla de lucha de clases, revolución social, creación de mitos, muerte de Dios... Todo esto se suaviza bastante para la versión cinematográfica por razones obvias.
Esta versión, en cambio, se centra más en la ética de la Ciencia. Se reflexiona sobre el sufrimiento y sobre hasta qué punto es lícito provocarlo en aras del progreso de la Ciencia. Pronto los nazis llevarían a cabo experimentos aún más crueles con seres humanos. La película también analiza el papel del hombre en la naturaleza, y su responsabilidad para con los demás seres vivos.
Destacable de esta película son principalmente la atmósfera (que destila un aura de romanticismo maldito propio de Stevenson), Charles Laughton como Moreau, y por supuesto el fondo (la novela de Wells). Se consigue una película hipnótica, que invita al espectador a sumergirse en ella y que le impide apartar la vista de la pantalla, especialmente en la parte del climax final.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

ehh, eh. Yo he visto esa peli. Y una de las que se menciona en el texto, "la parada de los monstruos", también.

Tengo vistas unas cuantas de la época (terror en cine mudo, subtitulado), de una época un tanto rara que pasé xD

scooby dijo...

Es la mejor época de la cienci-ficción y del terror

Anónimo dijo...

Del terror vale... estaba en su momento álgido. Aunque le quedaban 5 años para caer en desgracia por culpa de la censura de la puritana sociedad occidental. Pero no es ni de lejos la mejor época del cine de CF, cuyo primer momento de gloria tendría lugar en la década de la postguerra. La llamada década atómica. Luego resucitaría otra vez con Star Wars, como una CF "liberada" (sea bueno o malo eso) de la carga social que tenían la CF de los 50 y orientada a la diversión...

Joder, éste tema daría para un post por sí sólo...